Andrei Tarkovsky. La imagen total.


Fondo de Cultura Económica, 2008.


Un ensayo sobre el materialismo refinado de un cineasta-contorsionista de la imagen no monumental, de un minador sutil y silencioso de las robustas columnas del reconocimiento y del género: la “ciencia ficción” supuesta que da origen a algo totalmente distinto en Solaris o el “film histórico”, categoría a la que, en principio, correspondería Andrei Rublev, y que se diluye ante la voluntad manifiesta de dejar sistemáticamente fuera de campo al Acontecimiento. Y si, como al final de Andrei Rublev, el Acontecimiento, en la forma de “obra maestra”, llega, es para mostrárnoslo altivo y desvalido ante la inmemoria del tiempo, resquebrajado, perdiendo progresivamente los contornos y volviendo a la indiferenciación de la piedra sublevada contra el color, contra pigmento y la forma.

Pero no un místico, ni un visionario, ni un espíritu profundamente religioso, ni un poeta esencial (qué sabemos nosotros, espectadores, del hombre Tarkovski?), salvo que acordemos que todos estos atributos dan nombre a otros tantos reactivos en los intencionalmente, todo cálculo, con absoluta precisión y frialdad, bañó la imagen, pero entonces, en cualquier caso, todos esos atributos han de referirse a la imagen cinematográfica, a la apariencia, nunca pueden ser considerados indicios sobre el hombre, sobre la esencia. Dónde pone “Tarkovski”, entiéndase siempre: “Tarkovski, el hombre de la cámara”.
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